domingo, febrero 26, 2006

eldest


En esta segunda parte de la trilogía El legado, Paolini nos pinta a un Eragon más maduro, consciente de su poca fuerza, y resignado a una invalidez absoluta. Encima tiene que irse a ver al "lisiado ileso" que contactó con él mentalmente, diciéndole que fuera a verle a Ellesmera, la ciudad de los elfos.

Digamos las cosas claras: aunque el estilo ha mejorado mucho con respecto a la primera parte, y la historia engancha mucho más, se enreda en temas que, por "políticamente incorrectos" no debía haber ni tocado, ni mucho menos haberlo hecho con un tono yan despectivo, que puede llegar a ofender a más de la mitad de la población mundia, que es teísta. Como digo, resulta un poco triste la falta de delicadeza que pone a la hora de intentar "meter goles" éticos, al poner a los elfos(que por supuesto son acérrimos defensores del agnosticismo práctico, única opción inteligente) como autoridad máxima, inequívoca, y como ejemplo a seguir, para luego venderte un barato discursito a lo Greenpeace que va más al corazón que a la cabeza (muy típico por otro lado; es mucho más fácil llegar de este modo a todo el mundo.); y así, al poco, demostrar su intolerante agnosticismo y su desprecio a los teístas - encarnados en unos enanos cerrados de mentes. - demostrado en las sucesivas conversaciones entre Eragon y distintos elfos de la región (Arya, Oromis...)

Una vez más irá directo al corazón cuando Arya mata a un pájara herido "para evitarle sufrimientos", poco después de haber equiparado a los animales con el ser humano, con lo que convalida la eutanasia; y luego, dice que los elfos no "practican" el matrimonio, y, como los elfos son los más listos, se carga una vez más sin justificarlo el valor más importante de la sociedad actual que es la familia. Y es ya para acabar, la denigrante percepción que ofrece del alma humana (mortal, corruptible, más allá no hay más que vacío...) que hace del maravilloso mundo de Algaësia un lugar en el que el más feliz es el ignorante, ya que el que conoce sabe que el futuro del alma es el vacío, lo que le induce en una profunda tristeza y pesimismo, y encierra a todo ser en su afán por conservar su existencia el máximo tiempo posible, y a ser posible librarse de la “terrible” muerte...

Y por supuesto todo en un profundo sentido de la concentración interior. Cuando Eragon consigue al fin la respuesta “correcta” a la pregunta “¿Por qué luchas contra Galvatorix (el malo, se entiende)?” resulta ser una frase cargada de motivos altruistas poco convincentes, y se queda en lo más superficial ante la mítica pregunta de ¿Quién define que es lo correcto?. Obviamente, porque necesita hacer referencia a Dios para ello.

Por tanto mi conclusión es la siguiente: hoy en día los cristianos estan siendo expulsados de todos los ambientes, el agnosticismo está volviendo a tomar fuerza, y ni los frikis nos aceptan ya entre sus círculos: hemos pasado de la fantasía apologista a la ateísta.

Para concluir digo que la historia, a pesar de los pesares, es muy buena, y engancha en el minuto cero, por lo que la recomiendo a todo aquel que tenga un mínimo de criterio.

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